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domingo, 16 de septiembre de 2012

Camino de Santiago NON STOP

Hola a todos, hoy os voy a contar un proyecto que empezó a principio de verano como una "locura" y que poco a poco fue madurando. Hacer el camino de Santiago sin paradas. Salir de Ourense a Santiago sin parada, bueno, para comer y mear si, jajaja. 

La idea la lancé a mis complices, Paco, Pruden, Anita y Carlos, a principios de verano, para que la fueran madurando y si la idea cuajaba, pues hacer un hueco durante las vacaciones y hacerla. Carlos fue el primero en contestar y confirmar la asistencia, ya somos dos. El resto tendrían que mirar las agendas para ver si estaban en Ourense para poder hacer la ruta. 

La fecha al final se concretó para el miércoles 29 de Agosto e iríamos Carlos, Pruden, yo y Ana de coche escoba para recogernos en Santiago...

El camino de Santiago que seguiríamos sería el de la Plata a su paso por Ourense.

Mi experiencia con el camino ha sido hace un par de años, que lo hice andando desde Tui, con mi mujer, mi hermana Ana y mi amiga "Margarita", la variante del Camino Portugués, y la verdad es que engancha y enamora. Pero cuando lo hacía, veía a otros peregrinos que hacían el camino en bici, con sus alforjas. Y la verdad es que se me iban los ojos detrás de ellos, que envidia. Desde entonces llevaba masticando esa idea, pero había un pero... para hacer el camino hay varias formas y requisitos: a pie, con un mínimo de 100 km para que te certifiquen que hiciste el camino, a caballo con un mínimo de 200 km y en bicicleta, también con un mínimo de 200 km. Desde Ourense hay unos 120 km, más o menos, por lo que no cumplíamos el requisito, pero como no teníamos intención de ir a escuchar misa, pues esos 120 km nos valían para hacer la ruta.

Miércoles, 08:00 de la mañana, una rasca que te cagas, bici lista, ya desayunado y como no... guasap de Carlos diciendo que hay un pequeño cambio de papeles... Pruden se ha levantado con un misterioso mal cuerpo en lo alto y en vez de el, vendrá Ana en su lugar... La verdad es que Pruden lleva una mala racha de lesiones y esta ruta hubiera sido una buena forma de levantar la moral, pero lo que no pude ser, pues no puede ser. El gran ausente de la jornada ha sido Paco, pero está en la playa y le es imposible apuntarse, en otra ocasión será.

Intentaré describir sensaciones y tramos de esta ruta, también lugares por los que hemos pasado, pero como tampoco nos hemos documentado mucho para la ocasión, pues hemos pasado por lugares, pueblos y zonas que desconozco su nombre e importancia, pero que ahí están en el camino.

La salida de Ourense... en fin, como explicarlos... es una putada como un piano. La salida de la ciudad muy bien, sin incidentes, tráfico, semáforos, lo que tiene una ciudad, pero quiero recordaros que Ourense está como en un valle, sin el "como" y claro, para salir hay que subir... y vaya con las subidas.

Cuando uno está en medio de esos rampones, con desniveles del 15%, plato pequeño, patinando la rueda, se te vienen a la cabeza imágenes de peregrinos, con sus pesadas mochilas a la espalda, caminando y con varias jornadas y bastantes km en las cansadas piernas. Y le meten estos rampones... Para quitarse el sombrero.

Con el corazón en la boca conseguimos sacarnos la parte más dura de la subida, pero hasta Cea, la tendencia es siempre subir y subir. Por ahora el paisaje es muchas fincas, camino ancho, algunas zonas rotas y mucho bosque. 





Llevo 20 años en Andalucía, mi vista ya se ha acostumbrado a los paisajes del sur, pistas, grandes extensiones de campo y olivos, si vas a la sierra encuentras bosques, pero en Galicia, todo es diferente, el verde de los campos, la oscuridad de los bosques, las aldeas, los hórreos, os cruceiros, son imágenes que me devuelven a mi infancia.

Aquí levantar la vista e intentar ver el horizonte es complicado, siempre hay un monte, un bosque, algo que te impide ver a lo lejos.

Ana como siempre, no decepciona sobre la bici, y con la 29" ha encontrado su aliada natural, sube, llanea y baja a su velocidad, pero tiene ese punto de sacrificio que te exige la bici, sabe sufrir encima del manillar.

Carlos... en fin, que decir de Carlos, pues aparte de que raja por los codos, es un optimista nato, siempre está ahí apoyando e intentando motivarte para que des ese puntito de más con el que consigues subir una trialera o subirte un poco la moral para afrontar una larga subida, es el mejor compañero de fatigas, pero hay veces... que dan ganas de estrangularlo, jajajja.

Yo, en el medio de los dos, jajaja, aguantando a Carlos y animando a Ana.

El objetivo ahora es ir a desayunar y nos encontramos con el primer problema, en las aldeas el horario es más desenfadado, más relajado... esto significa que si pretendes encontrar un bar abierto a las 10 de la mañana... se puede convertir en toda una aventura. Pues eso, llegamos a un pueblo en el que sabemos que hay un bar, pero el dueño está entre las sábanas. Seguimos, no nos queda otra, a ver si en el siguiente pueblo tenemos más suerte.

El tiempo sigue frío e incluso nos encontramos algo de niebla entre los bosques, pero vamos preparados para estas inclemencias, maillot manga larga, manguitos y cortavientos.


En Galicia hay mogollón de aldeas, entendamos por aldeas un núcleo urbano de 5 ó 6 casas en pie y un par de ellas caídas, por lo que pensar que ahí habría un bar o algo parecido sería de tontos y hasta que no encontramos un pueblo, no encontramos la típica tienda que tiene de todo, pero el cuerpo pide café, colacáo, algo caliente para meter en el cuerpo. Preguntamos en otro pueblo, nos indican el bar... y cerrado, pero por Dios, si son casi las 11 de la mañana.

Llegando a Cea encontramos un bar que nos pareció un oasis, y aunque no tenía mucho ambiente, tenía café, tostadas, comida caliente.

Después de reponer fuerzas, llegamos a Cea y aquí el camino se divide en dos. Un paisano nos explica que podemos tirar a Oseira, por monte, o a Piñor, por carretera, la duda se diluyó rápidamente, monte, así que tiramos a Oseira.


Carlos y yo


Ana y Carlos

La salida de Cea es por carretera y la mayoría del tiempo así sería, pero también la cosa empezaría a complicarse, trialeras y subidas casi imposibles de hacer a pie y muchos menos en bici, pasos estrechos y bosque, mucho bosque.




Con estas llegamos a Oseira, un monasterio antiguo, en piedra, con una belleza única y todo lo que le rodea es bosque y verde.




Paramos para descansar, tirar unas fotos y sorprendernos con la melodía que hacen el replicar de las campanas, una gozada para los sentidos. Yo nunca había estado, pero es totalmente recomendable una visita a este mágico lugar. 


Decidimos continuar y buscamos la flecha amarilla que nos indique el camino, la lógica nos lleva por una carretera, buen firme y subida suave, pero después de un rato buscando la flechita, tenemos que volver sobre nuestras rodadas hasta que la encontramos... no puede ser... por ahí no puede ser... Llamar a eso "camino" es un piropo. Un senderito, con una pendiente imposible, entre toxos y silvas, otra putada para el peregrino. A veces para hacer el camino tienes que tener un puntito de locura, y está claro que nosotros tres de eso llevamos una "hartá", jajaja, que cojones, pues para arriba se ha dicho.

Pero claro, la cosa se va complicando cada vez más, hasta el punto de que hay que bajarse y empezar a empujar la bici, es imposible por la pendiente y por la cantidad de piedras que hay en el camino.



De vez en cuando, Santiago es piadoso y nos regala 500 mts de carretera, en serio, yo al verlo me he bajado y le he dado un beso al firme, igualito que el Papa, y tengo testigos...

El tiempo parece que no pasa, pero nuestros estómagos se encargan de ir marcando las horas y como uno es previsor, hacemos una parada para reponer fuerzas y comernos unos bocatas que pillé a las 07:30 de la mañana en el Chispa. Las fuerzas flaquean por la dureza del terreno, las horas en bici, los tramos empujando la bici y esta parada nos viene de maravilla.



Nuestro siguiente objetivo es comer, ya se acerca la hora y sabemos que estamos llegando a Lalín, otra parada estratégica del peregrino, pero la dureza del camino no nos abandona, siguen los tramos entre bosques, caminos rotos y pendientes imposibles hasta que llegamos a un punto que ya empezamos a bajar algo y por tramos en carretera, menos mal, un respiro... ilusos...

Volvemos a abandonar la carretera para meternos en otro tramo roto, pero este era... EL TRAMO ROTO del camino, tal era el caminito que la prudencia, el sentido común y las fuerzas nos aconsejan a no seguir la variante de Oseira y tener que ir por carretera a enlazar la otra variante de Piñor. Esto nos obliga a desviarnos unos cuantos kilómetros de nuestra ruta, pero después de ver el vídeo, se entiende perfectamente...


Ahora sabemos que estamos volviendo casi por nuestros pasos y que ya no encontramos las flechas amarillas, tenemos que seguir las señales de tráfico para poder volver encontrar el camino, pero la verdad es que estos tramos son como un oasis entre tanto tramo roto y pendiente. Nos podemos incluso relajar un poco, ya que es un poco más suave y se acerca la hora de comer.


Bueno, después de volver a recuperar el camino y empezar a ver flechas amarillas, llegamos a Castro Dozón, un pueblo que está a tiro de piedra de Lalín y aquí decidimos parar a comer, son casi las 2 de la tarde y un respiro para el estómago y las piernas son necesarios. Cocacola, acuarius y unos bocatas de lomo con queso, panceta con queso... y un cafelito nos asienta el cuerpo y nos recupera las fuerzas. Este sitio cuenta con albergue y van llegando varios peregrinos en bici.

Es curioso la poca cantidad de peregrinos con los que nos hemos encontrado, pienso que la ruta de la Plata es una ruta conocida y pensaba que estaría más transitada, pero la verdad es que hemos visto muy pocos peregrinos andando y en bici contados con los dedos de una mano. Imagino que la fecha y que hay otros caminos más... "populares" quitarán presión a otros caminos.


Ana nos dice que al llegar a Lalín... nos abandona, no tiene piernas y le falta entrenamiento, la verdad es que hasta ahora el camino ha sido muy muy exigente y duro, bonito, pero muy duro, y le ha pasado factura, así que hablamos con Pruden y le decimos que en Lalín nos vemos para recoger a Ana y que Carlos y yo continuamos.


Con estas llegamos a Lalín y nos encontramos con Pruden, hasta este punto nos salen unos  70 km, aún nos quedan más de 50 km, nos despedimos, BO CAMINHO y partimos con Santiago como objetivo.

Ahora el camino cambia radicalmente, apenas encontramos tramos rotos, ya no vemos tanto bosques, que los cambiamos por prados y zonas de cultivos. Ya encontramos también núcleos urbanos más numerosos y grandes. Y otra novedad, peregrinos, si, ahora empezamos a ver más peregrinos, a pie y en bici.

Es curioso en un punto que vemos a tres peregrinos en bici con un pinchazo, paramos y les preguntamos si necesitan ayuda, nos dicen que no, que están bien y que están reparando el pinchazo, pero nos preguntan cuál es el siguiente pueblo que viene... nosotros, como dije al principio, no nos hemos documentado para hacer esta ruta, por lo que desconocemos los pueblos que vamos a cruzar, el truco de esta ruta, es la flecha amarilla, esta sustituye a cualquier GPS. Pues eso, que como no sabemos el nombre del siguiente pueblo, les decimos que nosotros ya vamos del tirón a Santiago, y se nos quedan mirando con cara como diciendo, estos dos están locos.

Que no encontremos tramos rotos, no significa que se terminasen las cuestas y las pendientes. Seguimos subiendo y subiendo y bajando un poco para volver a subir. A estas alturas yo debo empezar a dosificar las fuerzas por lo que me es imposible seguir el ritmo de Carlos, está exultante, va muy bien de fuerzas y la lesión de su muñeca apenas le molesta, ya vuelve a ser el Carlos de siempre. Lo malo es que ya está en modo "motivación" y no os podéis imaginar lo que es ir subiendo "como uno puede" una larga cuesta y aguantar a Carlos orbitando a tu alrededor animándote... termina con uno, jajaja.

Me hace gracia algunos tramos del camino, en el que vas por carretera se acerca una curva y una flecha te desvía hacia la derecha o la izquierda, para atajar esa curva y volver otra vez a la carretera. Esto pasa en muchos tramos en los que hay que ir en carretera, algunas veces está bien, ahorras unos cuantos metros al camino, pero en otros por atajar te mete por verdaderos tramos de tortura.

En algunos tramos, descubrimos restos de nuevas construcciones, autopistas, obras del AVE...



Ya hemos pasado la barrera de los 100 km, llevamos un ritmo alegre, Carlos más que yo, parte de la culpa la tiene que el camino ya no es tan penoso como la zona de Oseira, ya no tenemos que hacer subidas a pie empujando de la bici, hay zonas de llaneo y pistas anchas.


Ya se huele en el ambiente, Santiago está cerca, muy cerca. Vamos devorando km poco a poco, yo he tenido que recurrir a la "droga" y ya llevo un par de geles, que todo ayuda en el camino. Y llegamos a un punto, a un punto en el camino en el que divisamos la ciudad de Santiago y en el medio, la Catedral, aún queda, pero el destino casi se puede tocar.

Llegamos a la periferia de Santiago y le pido a Carlos parar para tomar una cocacola, el cuerpo me la lleva pidiendo desde bastante rato, pero no había civilización por ningún sitio.

Y por fin llegamos, estamos entrando en Santiago, nos parecía imposible, pero el objetivo ha sido alcanzado, hemos llegado a Santiago.




Dos Kaninas en Santiago

Ha sido una pasada, lo mejor es que esta ha sido una ruta sin presión, no como el Soplao o los 101 peregrinos, que hay un objetivo y un pique. Y eso que al final han salido 128 km y más de 2000 mts de desnivel. Esta ha sido una ruta para disfrutar de los amigos, pero para mi, ha sido para disfrutar de mi Galicia, sus paisajes, sus bosques, sus caminos, una gozada. Se que lo hubiese pasado mejor con los que no han podido venir, pero el camino siempre estará ahí, esperándote.


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