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miércoles, 4 de mayo de 2011

101 PEREGRINOS

Hola a todos, bueno, pues hoy a contar mi experiencia en los 101 Peregrinos de Ponferrada, León. La historia de participar en esta prueba de MTB viene de lejos, meses, y es preparatoria al objetivo de participar en los 10000 del Soplao en Santander, que una vez cerrada la inscripción, van a participar 3913 corredores en MTB.
Pero esta historia empieza en un aeropuerto a las 10 de la mañana con una maleta... El vuelo no salía hasta las 12:45... uno que es previsor.
Vuelo sin incidencias y a esperar a que me recojan Carlos y Paco. Saludos, abrazos, besos y vamos a por Chelo. Durante el camino nos enteramos de la noticia de que Pruden va a realizar los 101 con una nueva y flamante montura, una Trek 8 montada en XT... Las espadas están en alto.
Saludos a Chelo y me voy a casa de Carlos para comer. Durante el vuelo le había echado el ojo a una de las alas... que hambre...
Llego a casa de Carlos y besos y abrazos a Ana, Andrea y Martita, una alegría verlas. Al ver la cara de Ana ya me quedo más tranquilo, hacía una semana de su caída en bici y la verdad es que tenía buena pinta.
Después de comer me tocaba disfrutar de la compañía de Paco, esta vez no había bici por delante. Nos fuimos a la tienda TREK de la Coruña para recoger una rueda. Mientras estamos allí Paco habla con el comercial que le vendió su coche y me dice que ya se lo tienen listo y cojemos camino a  Santiago. Carretera, buena conversación y llegamos. Bla, bla, bla con el comercial y un amigo de Paco y vuelta a la Coruña porque Carlos me tenía programada una visita a la Coruña en MTB por los alrededores de la torre de Hércules. Fue alucinante picar pedales al atardecer por la costa y ver ese paisaje marinero gallego, morriña... La pena es que no disfrutamos de la compañía de Paco.



Ducha y cena. Un poco de buena conversación y a la cama. 
El viernes también lo tenía programado al milímetro, por la mañana con Ana al médico y otra vuelta por la Coruña en bici, con Ana como gregaria de lujo. Que bien anda esta niña en bici, tiene xeito (estilo) y sabe sufrir. La vuelta terminó con una buena conversación con un aquarius delante.
Después de comer preparamos todos los pertrechos y arrancamos hacia la aventura de los 101.
Quedamos a mitad de camino con Pruden que había salido desde VillaGarcía, con sus dos hijos, Óscar y Pablo y su nueva bici. Nos encontramos en mitad del camino, paramos, saludos, besos, abrazos. Repostamos y vuelta a la carretera.
Después de esquivar el pueblo dónde estaba una de las casas para dormir... Llegamos y dejamos maletas y demás. Nos vamos corriendo a Ponferrada a por los dorsales y a cenar.




Carlos tenía el dorsal 125, pero no sale en la foto porque es un perro y estaba con la manada...
Lo bueno es que Carlos había sido previsor y ya teníamos pagada la cena en el Polideportivo, y por 3€ nos pusimos morados de pasta, ensalada y yogur.

Vamos a la habitación de la casa restaurante y ahí empieza un espectáculo diferente, esta vez de sonidos, ronquidos... ranas... lluvia...
07:30, suena el despertador, me levanto, cojo la almohada y voy a la habitación de Pruden, le doy con ella y le grito "LEVANTA PEREGRINO QUE TE ESPERA EL CAMINO".
Hoy es el día, los nervios ya se respira en el ambiente, empezamos a vestirnos, que si de corto, que si de largo, que si no va a llover, que si va a llover, que hace calor, que hace frío... me veía con un remolque en la bici para llevar toda la ropa. Al final, de corto, con camiseta térmica, manguitos y el chubasquero en el bolsillo, geles, gominolas y la cremita del culo...
Vamos al coche, que parecía un parking de bicis... las pobres toda la noche bajo la lluvia.
Nos vamos al polideportivo para entrar en el cajón de salida. Aún no somos conscientes del infierno que tenemos delante. El ánimo es bueno y la motivación alta. Carlos ya empieza con la planificación de la carrera, que si colocarnos adelante, que si ir juntos, que si relevos... Pruden y yo nos miramos... en fin, él es el más fuerte de los tres, puede pensar en todo eso, nosotros dos pensamos en poder terminar.
Ya dentro del cajón el ambiente es fantástico, cientos de personas en bici y también los marchadores, eso si que tiene mérito, 101 km corriendo... Música, bikers, bicis, nervios.... megafonía dando consejos...
Empieza la carrera, una vuelta al pabellón y detrás los marchadores. Carlos quejándose porque no vamos con el grupo de cabeza, demasiado tarde, ahora no se puede adelantar a nadie. Empezamos la carrera sin noticias de Ana y los niños, pero pronto los vemos. No hay nada como ver a una cara amiga para que te aparezca una sonrisa en la cara. Gracias a Ana tenemos un estupendo reportaje fotográfico.


Carlos empieza  a adelantar a corredores, Pruden y yo vamos juntos. La gente de Ponferrada se vuelca con los ciclistas animando.
Empiezan las primeras cuestas, a Carlos ya no lo vemos. No pierdo de vista a Pruden, que va a su ritmo pero se me queda descolgado; "VAS BIEN?" esta pregunta se la hice no se cuantas veces, anda resfriado, bici nueva, nuevas sensaciones, su primera carrera, pero el siempre responde, "SI". Esta vez tengo que empezar despacio, dosificando, son muchos km y no sabemos nada de la dureza de la carrera. Hemos visto algún vídeo en Youtube de la I edición, pero no sabemos si iremos por ahí.
Empezamos a dejar el asfalto y tiramos para el monte como las cabras. Pruden a mi rueda.
Empiezan las primeras rampas, y ya se está volviendo exigente, y eso que lo malo no empieza hasta el km 35.
Llegamos al primer pueblo y reconozco al perro que nos está esperando, Carlos. Me pregunta por Pruden y le digo que viene detrás. Ahora vamos juntos los tres, cruzando pueblos, donde la gente te anima y yo no dejo de saludar a todas las ancianas que vemos, "GRACIAS GUAPAAAA". Pruden sigue con su ritmo, detrás, pero no se descuelga, después nos enteraremos de que lo pasa mal con el resfriado, sudor y parece que algo de fiebre.
Llegamos a un tramo, de los que no se te olvidan, una calzada de cemento, de unos 400 m. y toooooda llena de agua, pero para hacerlo interesante, con verdina. Ya nos avisaron en megafonía en la salida, el que meta la rueda ahí, se cae. Y cuanta razón tenían... Oías a tus espaldas, ZAS, ostia al canto, mirabas y veías a un biker tirado en medio del riachuelo. Nosotros por la orillita de la izquierda, evitando tocar la verdina. Pruden se llevó un buen susto cuando su rueda trasera decidió ir por libre y quiso adelantarlo, por suerte tubo equilibrio y no ocurrió nada. Al menos 4 ó 5 bikers se cayeron ahí cuando pasamos nosotros.
Vemos el primer avituallamiento en el km 10, muy pronto, nadie paraba. Me imagino que los marchadores al verlo sería un oasis, pero nosotros estábamos muy frescos aún.
Empiezan a llegar las cuestas y las primeras subidas a pie empujando ya que el terreno es impracticable y no queda otra que pie a tierra y empujar.
Sería el km 15 cuando llegamos a otro pueblo y cualquier penuria que llevaba encima desaparece al ver una cara amiga, Ana y toda la aficción animando a la entrada del pueblo. Sonrisa en la cara y foto.
 


Ahora se suceden subidas, avituallamientos y reagrupamientos. Pruden sigue ahí, un poco atrás, pero ahí. Le preguntamos, el dice que va bien, que la bici baja como un tiro pero que subiendo... no es como la rígida. Pero no se descuelga.
Yo sigo a rueda de Carlos, que se que va algo frenado por mi, pero llaneando y bajando no se escapa, en las subidas intento no perderle de vista, aunque el en las cimas me espera y después esperamos a Pruden.
Ahora llega otro tramo, de los que no se olvidan, de los que te hacen subir la adrenalina y que las pulsaciones se disparen. Hay delante nuestra una bajada de unos 4 km, estilo singletrack. La verdad es que fue el tramo que más disfruté, bajando a muy buena velocidad, serpenteando, esquivando piedras y baches que Carlos me iba cantando. Era alucinante, los reflejos estaban a tope, el tramo no permitía ningún error, la trazada tendría 30 cm de ancho, en la que teníamos que intentar meter la bici, y después teníamos solo 20 cm a cada lado de nuestro manillar. La sonrisa en la cara no se despegó en toda la bajada, y al finalizarla, un grito de alegría salió de mi boca, UAAAAAAAAAAAAAU. Nos miramos Carlos y yo y vemos la felicidad en nuestras caras. Quien me iba a decir que en breve esa sonrisa iba a desaparecer... 
La climatología quería tomar protagonismo, cuanto más subíamos, más empezaba a empeorar el tiempo, nubarrones negros y mucho aire.
Enlazamos más subidas, con buen firme y otra bajada larga y divertida, pero más ancha. Y en una subida veo a un biker con problemas. En este mundillo solemos ser solidarios y siempre que se puede se hecha un cable, así que le pregunto que si necesita ayuda y me dice que si, que tiene rota la cadena y que no sabe usar el tronchacadenas. Me bajo, y le ayudo, uso el troncha, le doy un pin de cierre rápido y solucionado. Nos llevó el tiempo justo para que Pruden nos alcanzara y nos reagrupásemos. El biker llevaba el dorsal 527.


Nos acercamos al km 35 y ya empezamos a subir y subir. Las fuerzas están bien, en los avituallamientos paramos lo justo para beber agua y comer algún plátano o sándwich, Carlos por duplicado todo.... jajajaja. Llegamos a un punto de control con avituallamiento, no sin realizar una buena bajada, con una de esas curvas que te invitan a hacer un recto... y ahí empiezan las primeras gotas. Cojemos bocata, agua y empezamos a ponernos el chubasquero. En ese momento llega Pruden. Esperamos a que se pille comida y agua, que se ponga el chubasquero. Preguntamos si va bien y como no ha perdido el sentido del humor, sabemos que va bien.
A partir de ahora la carrera va a ser en solitario, seguimos unos km juntos, pero como todos sabemos, las cuestas colocan a cada uno en su sitio. Los tres haríamos todo lo que queda de carrera, unos 65 km, en solitario. Cada uno con su burra y su mente, que sería la mayor dificultad a vencer.
Carlos intentaría dar caza a todos los perros que pudiera, y después nos enteraríamos de que dio caza a un montón de ellos. Decir que lo de los perros es un club al que pertenecen Carlos y Paco, y que participaban en manada en los 101. 
Pruden se quedaría descolgado de nosotros y también se que sufrió igual que yo. Luchando contra las subidas, el barro, el frío, el agua, la lluvia y la mente.
Empezamos a coronar una cima, de esas que la ves a lo lejos y también puedes ver por donde va la culebra multicolor, y en tu mente salta el mensaje, "POR AHÍ HAY QUE SUBIR?" Pues si, por ahí hay que subir.
En la primera hora el firme es bueno a pesar de la lluvia, y las vistas impresionantes, desde arriba el paisaje que se ve es increíble, muy diferente al Sur. Bosques, las Médulas, pasamos por caminos con una anchura de 3 metros, y sus paredes de unos 4 metros de altura y el techo son las ramas de los árboles... de bosque encantado. Pero pasamos de bosque encantado a Infierno mojado.
De repente el terreno cambia, ya han pasado muchos bikers, motos y quads delante mía, por lo que ahora casi todo el camino está roto, barro y más barro, repechones largos e impracticables, imposible subirte a la bici si no es para caerte. Pones pie a tierra para hundirte hasta los tobillos, los neumáticos lo único que hacen es acumular barro y más barro y depositarlo en el arco de la horquilla y en el resto de la bici, piñones, plato, todo está lleno de pegotes de barro, y hay que seguir empujando.
Pronto descubrí que el tener que empujar y empujar minaría casi por completo mi moral. El abandono rondaba por mi cabeza, pero sabía que mientras las piernas respondieran, no lo haría.
Sin la lluvia y el barro, el sitio sería idílico, bosques cerrados, en el que apenas podía pasar la luz, mirabas arriba y no se veía el cielo, perdón, las nubes... Pero con lluvia y barro... no era el mejor sitio par ir en bici.
Mi consuelo es que todos íbamos igual, algún valiente me pasaba encima de la bici, lo veía, y me animaba a intentar a subirme yo, hasta que veía que se iba al suelo, entonces ya ni lo intentaba.
Llegó un momento en el recorrido en el que aparece la luz, un prado y una pendiente pronunciada, la corono... empujando la bici y al llegar arriba reconozco que ahí está la casa en la que había dormido Ana y los niños... y me vino el mismo pensamiento que a Pruden... porque no tengo la llave, que si no...
Coincido con un perro, que lleva una Orbea de 29", pero va con problemas, ya que una caída le ha doblado la cadena y no puede cambiar a plato pequeño, así que solo puede llanear y bajar, en las subidas el cambio va por libre y tiene que poner pie a tierra. Pero como el firme está lleno de barro y las cuestas rotas, lo hacemos andando casi todo el rato. El al final iba mejor que yo y lo pierdo de vista. Que bien van las 29" en terrenos accidentados...
Llega un momento, creo que sobre las 16:30, en el que estaba completamente derrotado, vencido, solo venía a mi cabeza comentarios como, "QUE COJONES HAGO AQUÍ, A LAS 4 DE LA TARDE, BAJO LA LLUVIA, LLENO DE BARRO, EMPUJANDO EN LA BICI, SI A MI LO QUE ME GUSTA ES EL PARCHÍS????" Gracias a que el sentido del humor no me ha abandonado, me da energía para seguir. Ahora alcanzo a dos Perros, al chaval de antes y a Sergio, los alcanzo andando... estaban en la cuneta parados solucionando alguna avería, me dicen que me ven relajado, jajajaja. Seguimos juntos unos km hasta que llegamos a un pueblo y subiendo una pendiente, andando, reconozco unos gritos y ánimos, Ana y los niños.
Ni geles, ni gominolas de gel, ni bebida isotónica, no hay nada como ver a una cara amiga o a la familia para que te vuelvan las fuerzas, los ánimos, se te olvide todo el dolor y la sonrisa a la cara. Gracias y mil gracias por los gritos, ánimos y ese empujoncito...




A partir de ese momento la carrera se hace con otro ánimo, ya estamos por el camino de regreso, son las 17:30, esto tiene que terminar en algún momento, por Dios...
Todo el ánimo insuflado por Ana y los niños... se me va por tierra cuando me adelante el primer marchador... impresionante. Ver a esa persona, que te adelante, con su ritmo, flanqueado por dos ciclistas de la oraganización... solo te salen palabras de ánimo hacia el.
Ya ha cesado la lluvia, pero otro elemento se a sumado a esta lucha, el frío. Al ir mojado, en las bajadas con el viento, el frío es muy fuerte, además, como las gafas están cheas de merda, no las puedo poner, por lo que todo el agua y barro que arroja la rueda, va a para a mi cara y mis ojos.
Sergio me pasa y yo consigo adelantar en las bajadas al marchador, pero el vuelve a recuperar terreno en las subidas, el mantiene su ritmo, pero yo sigo empujando la bici. Las piernas responden, pero el terreno sigue siendo impracticable y muy peligroso. Y después de 4 ó 5 sustos, no me apetece irme al suelo y arriesgarme a una caída y abandono. El marchador me adelata unas 4 veces y yo a él 5, por lo que consigo dejarlo atrás y ya no me bajo de la bici, por lo que consigo adelantar a algún biker y aumento velocidad.
Si ver corriendo al marchador es un ejemplo de valentía, creo que más es ver a un biker corriendo empujando su bici, sin cadena ni desviador trasero... IMPRESIONANTE. Al pasar a su lado le pregunto si le puedo ayudar, pero me dice que no tiene cadena... entonces ahí no se puede hacer nada. Le doy ánimos y sigo. Ya se ve Ponferrada, está al alcance de mi mano, ya los malos pensamientos han desaparecido, esto ya está terminando, pero como en todas las pruebas, cuando ya crees que estás a punto de llegar.... te mandan girar a la izquierda para que veas que bonitos son los alrededores del pueblo... como si yo quisiera hacer turismo a esa hora... la leche... parquecito esquivando a gente y niños, río con patitos... arbolitos y demás fauna urbana... Un par de repechones de los que hacen que esprimas las últimas fuerzas que te quedan en el cuerpo y ya veo las vallas de la organización. ESTO HUELE A META, oigo la megafonía, esto termina.
Veo el arco de la meta, alguna gente que te anima y aplaude y Ana con la sonrisa en la boca y la cámara en la mano.

Por fin, misión cumplida, objetivo conseguido 8 horas y 26 minutos. Felicitaciones de Ana y un par de besos.
Un poquito de agua...

Ahora toca preguntar por los demás, Carlos tardó 7 horas y 46 minutos. Y la mejor noticia es que Pruden no había abandonado, al menos hasta el momento de mi llegada. Ana me dijo que yo le sacaba más o menos 30 minutos, así que aproveché para ir a por el diploma, la camiseta de finisher y la medalla. Me dan un bocata y agua y vuelvo a la meta, a esperar la llegada de Pruden. Vemos la llegada del primer marchador, impresionante. Vemos también la llegada del biker que adelanté y al que se le había caído la cadena y desviador trasero, más impresionante.
Y por fin ya vemos la llegado de Pruden, objetivo conseguido, FINISHER. Entra en meta entre nuestros aplausos y los de sus hijos y con nuestro reconocimiento, su primera carrera y vaya estreno.... en 9 horas justas.
Besos, abrazos, fotos...







Bueno, a partir de ese momento no dejaremos de hablar de la carrera, todos hablamos de ella, Ana, los niños, nosotros, que si ese tramo, que si ese biker, que si uno.... La alegría ha vuelto a nuestros corazones, y se nota en la cara.
Yo hablo con mis niñas, me emociono un poco, es una alegría el poder oír sus voces. Ya había hablado con Eva un par de veces en la carrera, pero como había empeorado el tiempo y estaba embarrado hasta las cejas, no pude sacar el móvil para hablar con ella.
Al final nos duchamos, limpiamos bicis y conseguimos doblarnos para entrar en el coche y camino a la Coruña. Paramos en un restaurante chulísimo para cenar y llegamos a la Coruña a las 02:30 de la madrugada.
Por el camino me felicitan, ya que era mi 42 cumpleaños, el 1 de Mayo.
Llegamos a casa, metemos ropa en la lavadora y al sobre. A mi me tocó una cama de princesas... literalmente... la cama de Andrea, jajaja.
Todos dormidos pero alguien seguía trabajando por nosotros, Ana, incansable se levantó a las 4:30 para que la ropa estuviera seca por la mañana... increíble lo de esta mujer.
Nos vamos levantando, desayunos, y ya preparando la maleta para el regreso.
Aún quedaba la comida oficial del "club", en Órdes, habíamos quedado todos para comer. Ya os podéis imaginar el tema de conversación.... jajaja. si, la 101.
Volvemos a la Coruña, Carlos y yo preparamos mi bici para meterla en la caja y que la mensajería la envíe a Sevilla. Un café y me despido de todos, besos, abrazos y camino al aeropuerto.
Esta historia termina igual que empieza, con una maleta en un aeropuerto, pero esta vez en el de la Coruña.
P.D. Aterrizo en el aeropuerto de Sevilla a las 21:15 y ahí me espera el mayor de los trofeos, mis dos niñas, mis tesoros, que están pegando botes de alegría cuando se abren las puertas. Después de un largo abrazo y un montón de besos, ya estoy en casa.
Saludos.

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